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Excélsior

Ahora Jorge Valdano (Santa Fe, 1955) entrega Futbol: el juego infinito (Conecta), conjunto de reflexiones en torno a las nuevas realidades que se viven y sufren en este deporte, libro que se suma a su vasta colección de títulos (los editoriales, no los deportivos, que también son muchos). Hace 30 años Valdano publicó su primer texto y salió campeón con Argentina en el Mundial de México 86, afortunadísima coincidencia de un hombre entregado a las letras y al balón.

“He disfrutado mucho escribiendo este libro. Me he convertido en un especialista en tender puentes entre el futbol y otros estamentos: la sociedad, la empresa, la cultura. En esta ocasión me he divertido escribiendo sobre futbol y futbol. Es un libro que intenta interpretar la mutación que poco a poco va sufriendo el juego condicionado por la industria, por su propia celebridad, por el cambio de estatus de los jugadores que pasaron de ser deportistas a ser héroes. Un fenómeno que moviliza tanto dinero, tanta gente, tanta conversación, merece una reflexión más a fondo”, comenta Valdano.

Juan Sasturain apuntó que, por su sensación permanente de revancha y esperanza, “el futbol es el juego infinito”. Sasturain completa, con los desaparecidos Osvaldo Soriano y Roberto Fontanarrosa, el trío de escritores argentinos que le dieron un matiz diverso al futbol, herencia intelectual que Valdano reclama como suya en cada página.

“De hecho le pedí permiso a Juan para usar su frase. El futbol es infinito por muchas cosas, pero hay una que se impone: termina un partido, estamos ilusionados o desilusionados con lo que pasó pero al día siguiente activamos, otra vez, nuestra pasión; esa capacidad que tiene el futbol de renovar ilusiones es lo que lo convierte en infinito. Es como si el próximo partido fuera siempre el primero de la historia, aunque cuando termina, se vuelve viejo muy pronto. Como consuelo estará el próximo partido”, dice.

La industria futbolera ha dado a sus protagonistas dinero, celebridad y comodidad. Todo ello, sin embargo, conlleva una paradoja: los futbolistas de hoy no pueden disfrutar de su fortuna con la frecuencia que quisieran. Pierden, con la sensación de que será para siempre, la privacidad. Símbolo de estos días, porque, señala Valdano, “el futbol siempre fue, sobre todo para los niños, un punto casi de ficción. Pero antes los atraíamos sólo a ellos, ahora atraemos a los mayores, a las mujeres, a los intelectuales, a los asiáticos. Da la sensación de que no hay gente fuera de la fascinación que produce el futbol”, lo que provoca que sea imposible que figuras de talla internacional salgan sin que sean reconocidos en cualquier rincón del planeta, “ni disfrazados”, comenta. “Forma parte de la tortura de ser famoso en estos tiempos. En cada persona hay un periodista potencial; todos van armados de un teléfono que saca fotos o filma escenas. El jugador se siente observado, aunque no sea el caso. Esa sensación de vigilancia permanente es muy incómoda. No es nada fácil ser Cristiano o Messi en la vida cotidiana”.

En todo caso, Valdano lleva tiempo entregado a la tarea de escribir y comentar sobre un juego que, por sus reglas, practicó con los pies y la cabeza, pero con todo el corazón. “Jugar es prolongar la infancia, es algo difícil de equiparar a otra actividad. Si consideramos la literatura como un juego con un punto de más formalidad, debo decir que lo disfruto y además me esfuerzo por evolucionar”, concluye.