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Excélsior

La obra de Nikola Tesla (1856-1943), genio que pronosticó la transmisión de información y energía de nuestra época, es hoy parte de todo.

Igualmente enaltecido y vilipendiado a lo largo de la historia; robado, humillado y después abandonado, lo cual distorsionó su figura y sus aportaciones, el inventor que murió solo en su cuarto de hotel, ha inspirado cualquier cantidad de avances tecnológicos y a millones de personas que han emprendido proyectos —artísticos o científicos— bajo su brillante estela. “Si adentrarse en la vida de alguien puede alcanzar la categoría de aventura, desde luego no se me ocurre otra más indicada que la de Nikola Tesla”, asegura el escritor Miguel A. Delgado, quien ha colaborado en la divulgación, después de quedar cautivado por la vida y obra del ingeniero eléctrico más famoso en mundo.

Nacido a la medianoche del 9 (o la madrugada del 10 de julio), según cuenta la leyenda familiar, bajo el estruendo de una gran tormenta eléctrica, este “pequeño Prometeo” dio muestras muy temprano de su gran ingenio, como lo narra él mismo en Mis inventos u otros textos (recopilados por el sello Turner en español).

Tesla llegó a Nueva York en 1884 y comenzó a trabajar para otro genio, Edison. Su rivalidad y antagonismo no tendrán fin y marcarán su existencia. Inventor, entre otras cosas, de la corriente alterna, del motor de inducción, la radio, los rayos X, fue precursor de la terápia mecánica, los robots y los dispositivos inalámbricos. Buscó dar energía libre a la Tierra. “Hay algo en mí que podría ser ilusión (escribió en 1892), como pasa a menudo con la gente joven entusiasta, pero si tuviese la fortuna de lograr algunos de mis ideales, sería en nombre de toda la humanidad”.