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Crónica del Poder

Este domingo 25 de diciembre de 2016, resuena en todos los rincones de la tierra aquel
hermoso e inédito mensaje que proclamó por vez primera el arcángel Gabriel a los
pastorcillos: ¡HOY, EN LA CIUDAD DE DAVID, HA NACIDO UN SALVADOR, QUE ES
EL MESÍAS, EL SEÑOR! (Lc 2, 11). Se trata del nacimiento de Jesús, centro de las
fiestas de Navidad.
La liturgia Católica que se vive en estos días, contiene muchos pasajes bíblicos que
hacen alusión a la fiesta de la Natividad de Jesús: “Al llegar la plenitud de los tiempos,
Dios envió a su hijo a la tierra nacido de una mujer” (Gal 4, 4), “El pueblo que caminaba
en tinieblas vio una gran luz… un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, consejero
admirable, Dios poderoso, Príncipe de la paz”, (Is 9, 1-3.5-6) “Ya llega tu Salvador” (Is
62,11-12), “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena
voluntad”.
La alegría de la Navidad se expresa en los cánticos, las luces de múltiples colores, los
buenos deseos de paz, alegría y felicidad y las reuniones de familia o convivencia de
amigos; los que están lejos regresan a sus lugares de origen para estar con sus
familiares y los que no pueden hacerlo buscan mostrar su cercanía de muchas
maneras. Todas estas expresiones de júbilo se originan en el acontecimiento de la
NAVIDAD, el nacimiento del Hijo de Dios.
Desde el punto de vista teológico, la Navidad es lo mismo que el misterio de la
Encarnación del Hijo de Dios. Al referirse a él, el evangelista San Juan identifica al Hijo
de Dios con el verbo eterno del Padre, la Palabra creadora del mundo que ha puesto su
morada en medio de nosotros: “EL verbo se hizo carne y puso su morada entre
nosotros, y hemos visto su gloria” (Jn 1, 14) El verbo es Dios eterno, es la luz que
ilumina a todo hombre y la vida verdadera.
Los relatos evangélicos además de contarnos esta hermosa noticia que ha cambiado la
historia de la humanidad y el destino del ser humano, nos revelan otro dato de la
humanidad. Se trata de la experiencia de rechazo o indiferencia que enfrentó el hijo de
Dios. El evangelista San Lucas lo expresa así: “no encontraron lugar en la posada” (Lc
2, 7); San Juan por su parte dice lo siguiente “vino a los suyos y los suyos no lo
recibieron” (Jn 1, 11).
Esta dramática situación es también una realidad actual cuando hoy se desea vivir al
margen de Dios o vivir como si Dios no existiera. Esta es una tentación continua en el
ser humano: el olvido de Dios o la negación de lo trascendente. Cuando el ser humano
adopta esta conducta lamentablemente aparecen los antivalores del reino de Dios
sobre todo aquellos que destruyen a las mismas personas. El olvido de Dios trae los
signos de la muerte como las injusticias, el asesinato, el secuestro, el robo. Cuando se
cierran las puertas a Dios se le abren a los ídolos que reclaman sacrificios humanos
muy costosos.
En esta navidad en muchos hogares cristianos, en los templos católicos y en algunas
plazas públicas nos encontraremos EL PORTAL DE BELÉN. Esta hermosa tradición
inaugurada por San Francisco de Asís representa en forma didáctica las verdades de fe
sobre el nacimiento de Jesús. El misterio de la Encarnación está ahí muy bien
representado. En el centro se encuentra la imagen del niño Dios. Todas las miradas se
concentran en él especialmente la de San José, la virgen María y el ángel Gabriel; por
otra parte todos los personajes representados se dirigen hacia Jesús: los pastores y los
magos de oriente que caminan con sus regalos para adorar al recién nacido.
La Navidad busca llevarnos a todos a la experiencia de encuentro con el Hijo de Dios.
Él es la LUZ debemos dejarnos iluminar por él; él es la VIDA verdadera que nos hace
vivir; él es el CAMINO que nos lleva al Padre, debemos seguirlo, él es la PALABRA
ETERNA de Dios que da sentido a nuestra existencia, con ella debemos alimentarnos.
Él es el HIJO DE DIOS que ha venido a salvarnos.
Por todo esto, junto con los ángeles del cielo decimos “Gloria a Dios en las alturas y paz
a los hombres de buena voluntad” (Lc 2,14).
¡FELIZ NAVIDAD!
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina de Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa