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Las ferias en la Ciudad de México, una tradición milenaria que a pesar de vivir una difícil situación no está en crisis ni en peligro de desaparecer, sólo se ha renovado y adaptando a las circunstancias que día a día se le presentan.

«Mientras haya una familia dispuesta a divertirse, quienes nos dedicamos a trabajar en las ferias seguiremos adelante», comentó a Notimex el secretario general de la Unión de Propietarios de Espectáculos Populares de la República Mexicana, Sergio Serrano.

A este organismo pertenecen más de 120 propietarios de juegos mecánicos y que durante todo el año recorren delegaciones, pueblos y ciudades del país llevando su «música, luz y alegría» a las familias mexicanas.

Serrano, quien además es representante de una de las 12 organizaciones de juegos mecánicos pertenecientes a dicha Unión, compartió que desde que tuvo uso de razón su vida ha estado ligada a las ferias.

«Aquí nacimos muchos de los que nos dedicamos a esto, nuestros abuelos, nuestros padres, yo ya soy la tercera generación y es la misma situación de la mayoría de quienes estamos trabajando aquí y muchos, si no que la mayoría, tenemos la intención de terminar nuestros días dedicados a la feria».

El representante explicó que trabajar en la feria es una labor de muchas horas, pero todos los que se dedican a ella, ya sea en los juegos mecánicos, los vendedores de alimentos, los que tienen sus juegos de azar, etcétera, lo hacen con mucho cariño.

«Nos entusiasma este tipo de trabajo, todos los días es diferente, todos los días conocemos gente, nos movemos a muchos lugares, todos los días es una aventura que enfrentar.

«Al final de cuentas la moneda que el padre de familia nos paga, nos ayuda económicamente, pero las sonrisas de los niños al subir, estar y cuando bajan de los juegos eso nos llena por dentro y eso nos da ánimo para seguir adelante, porque desde hace más de 100 años nuestro lema es ‘Música, luz y alegría’, y esto lo tratamos de llevar a cabo todos los días».

Sin embargo, aceptó que al correr de los años llevar esa «Música, luz y alegría» a la ciudadanía se ha complicado, pero ellos siguen adelante.

«Nos ha costado un poco de trabajo continuar con la tradición de la feria, a veces contamos con el apoyo de las autoridades, como en este caso de la (delegación) Cuauhtémoc que sigue con la tradición de permitir que se instalen (por ejemplo) Los Reyes Magos y junto a ello la feria, pero a veces hay muchos obstáculos que se nos ponen para poder montar nuestros juegos y ahí es cuando se nos complica seguir llevando nuestro lema».

Además de estos obstáculos burocráticos y extraburocráticos, quienes se dedican a la feria han tenido que enfrentarse a los avances tecnológicos y a los grandes parques de diversiones que se han creado en el país.

«Estamos conscientes de eso, por eso tratamos de renovarnos también, los juegos tradicionales modernizarlos, las luces las hemos cambiado, la idea es que la gente nos sienta diferente.

«Ha sido complicado porque esto implica costos y a veces no es costeable, pues para nosotros que trabajamos en la calle siempre es difícil saber que siempre vamos a causar cierto tipo de incomodidad a los vecinos, pero por eso nos hemos ido adecuando con los sistemas de alumbrado, los mecánicos, para causar menos molestias y a la vez nos beneficia a nosotros».

Al igual que muchas cosas, la feria también ha ido evolucionando.

«Así debe ser, los primeros juegos eran de madera, luego pasamos al metal y la fibra de vidrio, en ese entonces no había fábricas que se dedicaran a hacer juegos, los mismos ferieros los construían, ahora ya las hay; sin embargo lo que sí seguimos siendo es que somos operadores, mecánicos, dueños y todo lo que se necesita para echar a andar los juegos».

Añadió que muchos de los juegos mecánicos fueron traídos de Estados Unidos hace más de 50 años y ellos han tenido que aprender a componerlos, darles mantenimiento y renovarlos.

«Somos como una pequeña Cuba, como allá le hacen a sus carros, que son modelos antiguos pero han tenido que ingeniárselas para que sigan arrancando y así le hacemos a muchos de nuestros juegos, le metemos mano y gracias a Dios ahí siguen funcionando, aunque ya son pocos pues también hay muchos nuevos y modernos».

Al respecto, comentó que cada vez es más caro darle mantenimiento a los juegos, sobre todo a los grandes, como los carros chocones, la rueda de la fortuna, el pulpo, entre otros. Pero siempre buscamos la manera que no sea el público el que pague por todo esto y así le hemos hecho por muchos años».

La feria es además uno de los pocos sitios de diversión donde los precios se mantienen económicos aún, y Serrano explicó cómo han lidiado con esto.

«Todavía en la Ciudad de México hay compañeros que cobran los 10, 15 o 20 pesos por juego, todo depende de qué tanta facilidad se nos dé a nosotros, pero en general todavía es una diversión popular económica que está al alcance de los bolsillos de la gente.

Una de las características de la feria es que es un sitio totalmente familiar, aquí vienen los amigos, los novios, la familia completa, los abuelos, los niños y esto es fundamental para que esta tradición no se acabe y mientras haya familias contentas dispuestas a pasar un rato feliz, nosotros seguiremos».

Por tal motivo y para preservar la feria, el representante de «los ferieros», como él les llamó, dijo que desde hace un buen tiempo, ellos han luchado por pedir una reglamentación específica para los juegos y puestos de feria.

«Lo que pasa es que nosotros tenemos características de dos o tres gremios distintos, pero no encajamos por completo en alguno de ellos. La última mención que tenemos dentro de un reglamento data del año 53 dentro del reglamento de mercados y en algunas delegaciones todavía se sigue aplicando ese reglamento».

Añadió que, por ser tan añejo, ese reglamento ya es obsoleto. «Ya no funciona para la autoridad ni para nosotros, pues al ser un negocio familiar crece el negocio al ritmo que crecen nuestros hijos y nietos, y lo que buscamos es seguir trabajando dentro de la zona donde hemos trabajado toda la vida.

«En general se nos cataloga como semifijos, porque no estamos plantados al piso, pero tampoco nos andamos cambiando todos los días, por eso no somos ambulantes y por eso es que estamos pidiendo un reglamento que nos ubique y aunque sabemos que esto nos traería ciertas obligaciones, también nos daría algunos derechos».

Recordó que antaño, la feria era esperada por los vecinos y todo era camaradería entre ellos.

«Nos gustaría que la gente cambiara no sólo su manera de vernos, sino de sentirnos, hace años era común que llegábamos a las colonias y la gente ya nos estaba esperando, salían y nos daban de comer, nos dejaban entrar al baño, nos daban agua, las familias ya sabían que llegaríamos y el tiempo que pasábamos en esos sitios nos hacían sentir como unos vecinos más.

«Hoy ya los lugares donde llegamos ya hay parques o construcciones, todo cambia y ya hasta el tiempo que duramos en cada espacio se ha tenido que reducir, por todo lo que la Ciudad ha cambiado».

Para finalizar, Serrano dijo que la feria es un lugar donde la gente sigue acudiendo.

«Como en todo, hay días buenos y otros malos, pero la gente no deja de venir a las ferias, aunque como la mayoría de los negocios, las ventas no son las mismas de años atrás, pero nosotros seguimos manteniendo un negocio que nos da para vivir decorosamente.

«Gracias a este medio de subsistencia han surgido médicos, licenciados, ingenieros, que son nuestros hijos y mientras la gente nos siga socorriendo con su visita, nosotros seguiremos llevando nuestra música, luz y alegría por todos lados, porque para que una tradición se termine, quienes la ejercemos tendríamos que doblar las manos, y quienes nos dedicamos a la feria no lo vamos hacer».