Los días del 13 al 15 de febrero de 2017, en la Diócesis de Brownsville de los Estados Unidos (EU), se llevó a cabo la reunión entre algunos obispos del sur de ese país con Obispos del norte de México para tratar el tema de la migración, los desafíos que en la administración TRUMP se están visualizando y para fortalecer acciones pastorales
que desde hace más de 20 años se llevan a cabo. A este encuentro asistieron, además del Nuncio Apostólico norteamericano, Mons. Christophe Pierre, varios sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos con la Pastoral de la Movilidad Humana.
Estas reuniones son expresión de la comunión de la Iglesia Universal y tienen como
preocupación primordial la VIDA Y REALIDAD PASTORAL DE NUESTROS
HERMANOS MIGRANTES. En el comunicado, fruto de este encuentro, los obispos
refieren la difícil situación que enfrentan hoy los migrantes. El clamor de ellos es la voz
de Cristo que nos interpela.
Señalan los obispos en su comunicado que a lo largo de todos estos años, “han visto
de primera mano el sufrimiento causado por un sistema de inmigración roto, causado
por las condiciones estructurales políticas y económicas, que generan amenazas,
deportaciones, impunidad y violencia extrema”… y denuncian: “Esta situación
acontece tanto en relación entre Centroamérica y México, como entre EU y México”
En el rostro del migrante encontramos el dolor, el temor y la angustia de quien ha
venido a nosotros, y tiene que vivir entre nosotros entre las sombras de la sociedad.
Muchos sufren explotación en el lugar de trabajo y viven bajo la amenaza constante de
ser deportados. El inmigrante no es un delincuente, es una persona que busca
mejores condiciones de vida; tiene una dignidad y también tiene sueños. En nuestros
hermanos que emigran constatamos la exigencia evangélica: “Fui forastero y me
recibiste, tuve hambre y me diste de comer” (Mt 25, 35-36).
Esta realidad se ha vuelto más difícil ante las medidas que las autoridades civiles de
EU están tomando. “Se palpa el dolor de la separación de las familias, la pérdida de
trabajo, persecuciones, discriminación, expresiones de racismo, deportaciones
innecesarias, que paralizan el desarrollo de las personas en nuestras sociedades y el
desarrollo de nuestras naciones, dejándolas en el vacío y sin esperanza”, señalan los
prelados en su comunicado.
Muchas personas se ven obligadas a abandonar sus hogares y territorios en busca de
mejores condiciones de vida; la causa de la migración no solo es la miseria y la falta
de oportunidades, fruto muchas veces de la corrupción reinante y de los múltiples
latrocinios e impunidades; la falta de empleo o los bajos precios de los productos del
campo o los salarios injustos; hay que agregar además que muchos salen huyendo
porque necesitan proteger su integridad. La pobreza y la miseria son causa del
fenómeno migratorio pero también las múltiples formas de violencia.
La gente sale huyendo de sus lugares de origen porque la inseguridad o las
condiciones sociales siguen siendo un problema aún no resuelto. El migrante tiene
derecho a ser respetado por el derecho internacional y por cada país. Muchas veces,
nuestros hermanos migrantes se encuentran entre la espada y la pared, ante la
violencia, la criminalidad, las políticas inhumanas de gobiernos, y la indiferencia del
mundo.
Todos debemos recordar que, independiente de su condición migratoria, estas
personas poseen una dignidad humana intrínseca que debe ser respetada.
Lamentablemente los migrantes son sujetos a leyes punitivas y al maltrato por parte de
las autoridades, tanto en países de origen, como de tránsito y destino. Por lo mismo es
necesario adoptar políticas gubernamentales que respeten los derechos humanos
básicos de los migrantes indocumentados.
La Iglesia seguirá construyendo puentes entre los pueblos y las comunidades ya que
independientemente de la nacionalidad, el credo o la cultura todos somos hermanos.
No podemos ser indiferentes ante quien pasa por nuestra tierra o toca en nuestras
puertas para pedir ayuda para seguir caminando.
La Iglesia reitera su compromiso de atender y cuidar a los peregrinos, forasteros,
exiliados y migrantes de todo tipo, afirmando que “todo pueblo tiene el derecho a
condiciones dignas para la vida humana, y si éstas no se dan, tiene derecho a
emigrar” (Papa Pio XII); Los obispos representantes de ambas Conferencias
Episcopales (EU y México), se comprometieron a seguir dando acompañamiento y
seguimiento a las situaciones que sufren nuestros hermanos migrantes en estos
momentos. A través de Cáritas y de las diversas Casas de migrantes en México,
continuarán ofreciendo un servicio de calidad a los migrantes. Así mismo mantendrán
su presencia constante en campos de detenciones, casas y centros de asistencia a
migrantes desde la frontera sur de México hasta todo EU.
Nuestro reconocimiento a las organizaciones laicales que trabajan apoyando
integralmente a los migrantes y a tantas familias en México y EU, que asisten,
atienden y apoyan a migrantes en el camino, abriendo su corazón y sus hogares. Que
nadie cierre sus puertas al peregrino que busca un poco de apoyo para seguir su
camino en busca de mejores condiciones de vida o para proteger su integridad y la de
su familia.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa