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Crónica del Poder

El mes de septiembre es conocido en la Iglesia Católica, como el mes de la Biblia entre otras cosas porque a finales de este mes celebramos la memoria de San Jerónimo, uno de los cuatro grandes doctores de la Iglesia Latina, padre de las ciencias bíblicas y traductor de la Biblia hebrea y griega al latín. San Jerónimo fue el autor de la Vulgata Latina.
La Sagrada Escritura, la Biblia o la Palabra de Dios está siempre a la raíz de toda la
acción evangelizadora de la Iglesia y es la que nutre su vida, su doctrina y todas sus
acciones pastorales. La Iglesia Católica mira con gran respeto la Sagrada Escritura. Al
respecto, dice la Constitución dogmática “Dei Verbum” que “la Iglesia siempre ha
venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues sobre
todo en la sagrada liturgia nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de
vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo” (D.V. 21). Por lo
tanto la Palabra de Dios es uno de los grandes tesoros que la Iglesia Católica posee,
que Cristo le ha confiado.
La Palabra de Dios antes que ser un libro es una persona. Por ello el encuentro con la
Palabra de Dios es el encuentro con Jesús vivo. Jesucristo es la Palabra de Dios que
se nos ha revelado para manifestarnos la voluntad de Dios y enseñarnos el camino de
la salvación. Por lo tanto, entrar en contacto con la Palabra de Dios es entrar en
contacto con Jesucristo que vive en su Iglesia. Conocer y amar la Palabra de Dios, es
conocer y amar al mismo Cristo. Precisamente San Jerónimo solía decir: Ignorar las
Escrituras es ignorar al mismo Cristo.
Para la Iglesia Católica, la Palabra de Dios está contenida en la Sagrada Escritura y en
la Tradición viva de la Iglesia; Dios nos habla no solo con la Biblia sino también con la
vida. En este sentido Biblia y Tradición de la Iglesia son dos formas que tiene la Palabra
de Dios para darnos el mensaje divino. Biblia y Tradición eclesial son como dos
expresiones de la misma y única fuente divina que se ha revelado para salvarnos. Dios
es la única fuente de la Biblia y de la Tradición.
En este mes de septiembre son muchas las iniciativas que se pueden llevar a cabo para
dar realce a la Palabra de Dios, o para buscar que todos la conozcamos mejor y sobre
todo para que la Palabra de Dios sea la que inspire nuestras obras y pensamientos.
En primer lugar están los cursos bíblicos o talleres que se ofrecen en nuestras
parroquias o centros de catequesis, también están las prácticas de la lectura orante de
la Palabra de Dios, la Lectio Divina, donde junto con el conocimiento del texto sagrado,
la persona ora con la Palabra de Dios. Desde luego están también los círculos bíblicos
donde un pequeño grupo va escudriñando el mensaje de la Palabra de Dios. Se
encuentra además la Biblia Peregrina en los hogares donde algunos hermanos llevan
de casa en casa la Sagrada Escritura, la colocan en un lugar visible y enseñan a orar
con ella; hay hermanos que organizan el desfile de la Biblia con representaciones de
pasajes bíblicos, también están los cursos bíblicos infantiles, en fin muchas actividades
que cada parroquia organiza, promueve o fortalece para que la Palabra de Dios llegue
a todos los hogares. Todo esto responde a la Animación Bíblica de la Pastoral del
Pueblo de Dios.
Septiembre puede ser la ocasión para entronizar la Palabra de Dios en los hogares, es
decir colocar la Biblia sobre un pequeño altar en algún lugar de la casa; es
recomendable que sea un lugar visible y digno. Esto permitirá que literalmente la
Palabra de Dios esté al alcance de todos, que todos en la casa puedan hojearla, y
desde luego dedicar un tiempo del día para leer algún párrafo de la misma.
En este mes de septiembre, podemos proponernos leer y meditar al menos uno y si es
posible los 4 evangelios para tener una mirada de todo el conjunto; leer además las
hermosas cartas de San pablo o las del resto de los apóstoles; más tarde uno podrá
incursionar en el mundo del Antiguo Testamento. Para quien dedica poco tiempo a la
lectura, también hoy existen versiones auditivas de la Biblia, de modo que mientras se
hace algún ejercicio, se camina o se maneja uno puede escuchar y conocer la Palabra
de Dios escrita. Lo importante es que el mes de la Biblia no pase sin que nos hayamos
acercado más a la Palabra de Dios.
Que la Palabra de Dios que es fuente de vida, nos anime a todos, ilumine nuestro
caminar y sea como una luz que nos guie por los senderos de la vida. Que la Palabra
de Dios nos acompañe, nos fortalezca y nos transforme. Que la Palabra de Dios que
nos invita a amar a nuestros prójimos, toque nuestro corazón y nuestra mente para que
seamos agentes de paz y nos revistamos con los valores de la justicia, la verdad y la
solidaridad.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina de Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa