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Tres cuartos de las mieles producidas en todo el mundo contienen neonicotinoides (neónicos), pesticidas ligados al declive de las abejas y dañinos para un gran número de especies no objetivo.

Es la conclusión estudio publicado esta semana en la revista ‘Science’ por un equipo interdisciplinario de la Universidad de Neuchâtel y el Jardín Botánico de Neuchâtel, Suiza.

A pesar de esto, las concentraciones medidas de neónicos están por debajo de los niveles máximos autorizados para el consumo humano. «Sobre la base de esta última ciencia, la gran mayoría de las muestras estudiadas no representan ningún riesgo para la salud de los consumidores», afirma el autor principal del estudio, Edward Mitchell, profesor y jefe del laboratorio de biodiversidad del suelo de la Universidad de Neuchâtel, actualmente en Landcare Research en Lincoln, Nueva Zelanda.

En cambio, la situación es más crítica para las abejas. «En todo el mundo, las abejas están expuestas a concentraciones de neónicos que han demostrado efectos en el comportamiento de las abejas, la fisiología y las capacidades reproductivas», señala el profesor de agroecología en la Universidad de Neuchâtel, Alexandre Aebi, que también es apicultor.

Los neónicos representan un tercio del mercado mundial de plaguicidas y se utilizan para proteger los principales cultivos como el maíz y la soja de las plagas de insectos. Los neónicos atacan el sistema nervioso central de plagas de invertebrados, causando parálisis y muerte. Debido a que los neónicos se encuentran en toda la planta, incluyendo el polen y el néctar, las abejas se contaminan escarban en ellas, contaminándose por tanto la miel.

CONCENTRACIONES MÁS ALTAS DE NEÓNICOS, EN MIELES DE NORTEAMÉRICA, ASIA Y EUROPA
Realizado en 2015 y 2016, el estudio analizó 198 muestras de miel de todo el mundo, buscando los cinco neónicos más utilizados: acetamiprid, clotianidina, imidacloprid, tiacloprid y tiametoxam, concluyendo que el 75% de las muestras contenían, al menos, una de estas cinco sustancias.

Las proporciones varían considerablemente entre las regiones, con los niveles más altos en América del Norte (86%), Asia (80%) y Europa (79%), y el más bajo en América del Sur (57%). Oceanía, Nueva Zelanda y las islas del Pacífico se encuentran ligeramente por debajo del promedio (71%).

«Somos capaces de cuantificar estas moléculas con una precisión excelente, en concentraciones de uno por 10 mil millones (0.1 ppb) o menos», señala el jefe de la plataforma analítica Gaétan Glauser.

El estudio también reveló que el 30% de todas las muestras contenían un solo neonicotinoide; el 45% contenía entre dos y cinco; y el 10% contenía entre cuatro y cinco. Las concentraciones medidas fueron inferiores al nivel máximo de residuos autorizado para el consumo humano para todos los compuestos y muestras, pero la concentración total excedió este límite para dos muestras que contenían cinco neonicotinoides. No obstante, queda por determinar cómo la contaminación por múltiples sustancias (el «efecto cóctel») puede afectar a las abejas, los seres humanos u otros organismos.

Los investigadores utilizaron una colección mundial de miel obtenida a través del esfuerzo científico ciudadano dirigido por el jardín botánico de Neuchâtel. «Las muestras fueron proporcionadas aleatoriamente por más de 100 donantes», afirma el director del jardín botánico, Blaise Mulhauser, que indica que se seleccionaron «mieles prioritarias de pequeños productores locales, con el fin de obtener una representación geográfica equilibrada».