En Estados Unidos el negocio de la mariguana legal va viento en popa, pero el futuro del sector sigue siendo incierto. Aunque la legalización a nivel de los estados avanza rápidamente, la industria sigue enfrentándose a grandes obstáculos y riesgos legales.
California ya permite vender esta yerba para su consumo recreativo, además de terapéutico, pero la mariguana sigue estando prohibida por la ley nacional. El Triángulo de Esmeralda, en el norte de California, es la mayor región de cultivo de cannabis del país.
Los productores de mariguana esperaban obtener en 2017 una cosecha récord a fin de prepararse para la apertura completa del mayor mercado de Estados Unidos el 1 de enero. Sin embargo, los terribles incendios que arrasaron el estado causaron estragos y se perdió gran parte de la cosecha desde octubre. Pero éste es sólo uno de los problemas a los que se enfrenta el sector.
Mientras la ley federal prohíba el cannabis, los bancos, las aseguradoras y los proveedores de servicios financieros seguirán evitando hacer negocios con la industria. Por esta razón, los empresarios no sólo tienen dificultades para recibir préstamos, sino que a menudo ni siquiera se les permite abrir una cuenta para sus iniciativas.
Debido a ello, hasta ahora el negocio estadunidense de la mariguana funciona prácticamente sólo con efectivo. Y esto supone una gran desventaja, como se demostró con los incendios en los que desaparecieron grandes cantidades de dinero en metálico que no estaba asegurado.
Dado que en muchas empresas se acumula el efectivo, éstas se ven obligadas a invertir grandes cantidades en seguridad, cajas fuertes y transporte de dinero. Mientras Washington no legalice la mariguana a nivel nacional, no sirve de mucho que ya haya 29 estados en los que se permita su venta para el consumo medicinal o recreativo.
No se sabe cuál es la política del gobierno de Donald Trump al respecto. Tradicionalmente, la Casa Blanca deja vía libre a los estados para que decidan su regulación y el sector no espera que el Presidente ofrezca mucha resistencia.
Además, su secretario de Justicia, Jeff Sessions, parece haber caído en desgracia, por lo que sus recelos no importan demasiado.
Sin embargo, Trump es conocido por sus cambios repentinos de opinión y nadie sabe que esperar de él. No obstante, dada la cantidad de frentes abiertos, no parece que el cannabis será actualmente una prioridad en Washington.
Entre tanto, el statu quo en la industria tampoco es el ideal. Esto se aprecia bien, por ejemplo, en California, donde los comerciantes y productores de mariguana tienen dificultades para obtener las licencias necesarias debido a las trabas burocráticas, y a muchas granjas en las grandes zonas de cultivo les faltan los permisos.
Además, para las a menudo pequeñas empresas, que hasta ahora trabajaban en el límite de la ilegalidad, la legalización va acompañada de elevados costos, puesto que deben invertir grandes cantidades de dinero en infraestructura para cumplir con las leyes californianas de medio ambiente. Y dado que la actual “fiebre del oro” atrae cada vez a más empresarios y que los estados gravan con elevados impuestos este negocio, las ganancias se están viendo perjudicadas.
Según el portal Herb, el precio por libra (menos de medio kilo) en la zona de cultivo californiana del condado de Humboldt cayó desde los mil y mil 500 dólares en 2014 a alrededor de 500. De modo que los agricultores de mariguana ya establecidos no sacan ningún provecho de la legalización. Medios locales señalan que en el Triángulo de Esmeralda algunos se están retirando del mercado y están vendiendo sus tierras.
Sin embargo, esto no cambia que el negocio de la mariguana legal esté en auge en Norteamérica.
La empresa analista Arcview calcula que el volumen del mercado en 2017 creció casi un tercio, hasta los cerca de 10 mil millones de dólares. Y puesto que se están abriendo grandes mercados —además de California, Canadá también está cerca— Arcview pronostica que el volumen del mercado aumentará hasta los 24 mil millones para 2021.