El pasado 9 y 10 de marzo de 2018, tuvo lugar en diferentes diócesis del mundo la jornada “24 horas para el Señor”. Se trató de una celebración penitencial para experimentar la misericordia de Dios a través del sacramento de la Reconciliación. Esta jornada penitencial forma parte de las diferentes iniciativas que la Iglesia Católica ofrece a sus feligreses como preparación cuaresmal para la Pascua.
En Roma, el Papa Francisco presidió esta celebración a la que asistieron miles de
fieles. Luego de la Liturgia de la Palabra, el obispo de Roma dio inicio al sacramento de la
Reconciliación. En primer lugar se confesó él mismo como todo penitente y después dedicó
un poco de tiempo para confesar a algunos fieles ahí reunidos.
“El amor de Dios es siempre más grande de lo que podemos imaginar, y se extiende
incluso más allá de cualquier pecado que nuestra conciencia pueda reprocharnos” dijo en
su homilía el Papa Francisco.
El amor de Dios es la misma esencia divina, ya que San Juan, en su primera carta
así define a Dios: Dios es amor (1 Jn 4, 8), el amor de Dios, agrega el mismo apóstol,
consiste en esto: No en que hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y
envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados (1 Jn 4, 10). San Pablo nos dice
también que Dios nos amó, cuando aún éramos pecadores (Rom 5, 8).
El amor de Dios busca afanosamente que el pecador se convierta y viva
eternamente. Se trata de un amor misericordioso, un amor que se conmueve ante nuestras
miserias y perdona con una gran generosidad nuestros pecados. También es un amor
gratuito; este amor no se obtiene por nuestros méritos sino que proviene únicamente de la
benevolencia divina.
El alegre mensaje que Cristo vino a revelarnos fue este: Dios ama a todas las
personas, las ama con un amor increíble, un amor paciente y misericordioso, un amor
absolutamente gratuito; un amor que desea la salvación y la vida eterna para todos sus
hijos.
El pecado por su parte, es lo que nos aparta de Dios y de los hermanos; Nos roba la
alegría y la paz; nos divide interiormente y desfigura el rostro de Dios que hay en cada
bautizado. El pecado nos hace rebeldes y nos llena de falsas seguridades. El pecado está
en la raíz de todos los males.
Ante esta realidad desafiante del pecado está la misericordia infinita de Dios, que
sale a nuestro encuentro para renovar nuestra vida y hacernos criaturas nuevas delante de
él. No debemos olvidar que en el corazón de Dios nunca se apaga la misericordia y Dios
nos ofrece siempre una oportunidad para empezar de nuevo.
Durante este tiempo de cuaresma, todos los decanatos de la Arquidiócesis de
Xalapa, ofrecen diversas iniciativas para encontrase con la misericordia de Dios, ¡no hay
que desaprovecharlo! Como fue el caso de las “24 horas para el Señor”, en estos días
previos a la Semana Santa, los sacerdotes ofrecen jornadas de confesiones, Todos los
presbíteros de alguna zona pastoral, asisten a alguna parroquia para administrar el
sacramento de la Reconciliación con Dios a todos los fieles que lo soliciten.
Es conveniente disponerse interiormente para este encuentro sacramental con Dios,
cuya pascua celebraremos al final de la cuaresma.
Es tiempo de renovarnos interiormente, de encontrarnos con la misericordia de Dios
y de experimentar la reconciliación con Dios y nuestros hermanos.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina de Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa