ES NECESARIA LA CONVERSIÓN

 

   Invitación al arrepentimiento. En este día, 24 de marzo de 2019, celebramos el tercer Domingo de Cuaresma, Ciclol C, en la liturgia de la Iglesia Católica. El pasaje evangélico de hoy es de San Lucas (13, 1-9), el cual inicia así: “Algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: ‘¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”. Este texto evangélico, exclusivo de San Lucas, enseña a los discípulos que Jesús es compasivo, pero también exigente con los pecadores para que se arrepientan antes de que sea demasiado tarde. Los dos episodios catastróficos, mencionados por Lucas, son desconocidos por otras fuentes históricas, aunque Flavio Josefo informa de varias intervenciones sangrientas de Pilato en Jerusalén. La desgracia sufrida por esas personas, no sucedió porque fueran manifiestos pecadores, sino que fueron víctimas de sorpresivos accidentes. Jesús aconseja a sus discípulos que aprendan de la inesperada muerte de aquella gente, para que se arrepientan y estén preparados para el día del juicio. En ambos casos, la atención se dirige a la muerte imprevista e invita a reflexionar sobre la necesidad de aprovechar el tiempo para el arrepentimiento, porque nadie conoce el día de su muerte. Tanto los buenos como los malos, pueden afrontar alguna catástrofe que puede aparecer como una advertencia divina. Sin embargo, no hay que considerarla siempre como castigo. De hecho, Jesús no mostró ningún signo de odio o venganza al ser informado de la crueldad de Pilato contra sus compatriotas.

 

La higuera estéril. La segunda parte del relato de Lucas prosigue: “Entonces les dijo esta parábola: ‘Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró’: Dijo entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente? El viñador le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré”. Por una parte, se trata de una parábola sobre la compasión que conforta al discípulo que sucumbe a lo largo del camino cristiano. Por otra parte, es una parábola que critica severamente a los discípulos pasivos e improductivos. El relato nos hace reflexionar sobre la infinita paciencia de Dios y sobre el tiempo de gracia y misericordia que exige producir frutos de buenas obras y que, ciertamente, tendrá su fin en el momento de nuestra muerte. Algunos intérpretes alegorizan la parábola, diciendo que Jesús alude al antiguo Israel que no cree ni da fruto, y cuya respuesta final será negativa ante la gracia divina. San Cirilo de Alejandría hace este comentario: “El sentido literal de este pasaje no necesita explicación. Sin embargo, cuando buscamos más a fondo, aparece un significado secreto que afirmamos de la siguiente manera: los israelitas, después de la crucifixión de nuestro Salvador, fueron condenados a caer en las miserias que merecían. Jerusalén sería capturada y sus habitantes muertos por la espada enemiga; sus casas serían consumidas por el fuego y hasta el Templo de Dios sería destruido”.

 

Evitar una vida estéril. Los discípulos y misioneros de Jesucristo debemos dar frutos de santidad, de paz, de concordia, de reconciliación y de unidad ante el ambiente de miedo e inseguridad que continúa asolando nuestra Patria mexicana y nuestro Estado de Veracruz. La producción de los frutos buenos ha de superar a las frutas podridas que contaminan nuestra sociedad y nuestra Iglesia. Es necesario evitar que caigamos en una vida estéril sin amor creativo y sin entrega generosa al estilo de Jesucristo, el cual compara la esterilidad de una vida humana con una higuera que no produce fruto. ¿Qué sentido tiene ocupar un lugar en el conjunto de la creación si nuestra vida no contribuye a construir un mundo mejor? Edificar una familia a través del amor de la esposa y del esposo, educar a los hijos, cuidar a los padres ancianos y ser misericordiosos con los necesitados, significa vivir una vida auténticamente fructífera.

 

+Hipólito Reyes Larios

Arzobispo de Xalapa

 

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