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Crónica del Poder

 

El pasado 24 de enero de 2019, fiesta de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, se dio a conocer el Mensaje del Papa Francisco para LA JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES 2019. Esta jornada se celebra siempre el domingo de la Ascensión del Señor.

En este año 2019, la jornada es este domingo 2 de junio. Se trata de la edición número 53 y lleva por lema “Somos miembros unos de otros (Ef 4, 25). De las comunidades en las redes sociales a la comunidad humana”. El Papa pone el acento en la cultura del encuentro. La interacción que se crea en internet, está llamada a ser un diálogo que lleve al encuentro con los demás.

El ambiente mediático, dice el Papa, es omnipresente. La red de Internet es un recurso de nuestro tiempo. Constituye una fuente de conocimientos y de relaciones hasta hace poco inimaginable. Sin embargo también tiene sus riesgos. “Internet representa una posibilidad extraordinaria de acceso al saber; pero también se ha manifestado como uno de los lugares más expuestos a la desinformación y a la distorsión consciente y planificada de los hechos y de las relaciones interpersonales, que a menudo asumen la forma del descrédito”, señala el obispo de Roma.

Hay que reconocer que, por un lado, las redes sociales sirven para que estemos más en contacto, nos encontremos y ayudemos los unos a los otros; pero por otro, se prestan también a un uso manipulador de los datos personales con la finalidad de obtener ventajas políticas y económicas, sin el respeto debido a la persona y a sus derechos. Las redes sociales llevan esa doble realidad.

El Papa invoca tres imágenes que le ayudan a reflexionar en su mensaje: la red, la comunidad y el cuerpo y sus miembros.

La imagen de la red hace referencia a la realidad del internet. Con ello se expresa muy bien la multitud de conexiones que se establecen entre las personas; esta red funciona gracias a la participación de todos. La red, vista desde su dimensión antropológica, remite a la figura de la comunidad. “Cuanto más cohesionada y solidaria es una comunidad… mayor es su fuerza. La comunidad como red solidaria precisa de la escucha recíproca y del diálogo basado en el uso responsable del lenguaje”.

Ciertamente las redes sociales, no son en automático sinónimo de una comunidad. “En el mejor de los casos, las comunidades de las redes sociales consiguen dar prueba de cohesión y solidaridad; pero a menudo se quedan solamente en agregaciones de individuos que se agrupan en torno a intereses o temas caracterizados por vínculos débiles”. Ciertamente la red constituye una ocasión para favorecer el encuentro con los demás, pero puede también potenciar nuestro autoaislamiento, como una telaraña que atrapa.

A partir de estas dos imágenes, de la red y de la comunidad, el Papa aborda la tercera imagen, la del cuerpo y sus miembros. San Pablo usa la imagen del cuerpo y sus miembros para hablar de la relación de reciprocidad entre las personas, fundada en un organismo que las une. «Por lo tanto, dejaos de mentiras, y hable cada uno con verdad a su prójimo, que somos miembros unos de otros» (Ef 4,25).

La metáfora del cuerpo y los miembros, señala el pontífice, nos lleva a reflexionar sobre nuestra identidad que está fundada en la comunión y en la alteridad. Como cristianos, todos nos reconocemos miembros del único cuerpo del que Cristo es la cabeza. Dentro de esta unidad existe también la diversidad. Hay en el cuerpo de Cristo diversas vocaciones, diversos carismas… todos ellos son una riqueza dentro de la Iglesia y contribuyen desde ahí en la edificación de la comunidad.

La imagen del cuerpo y de los miembros nos recuerda que el uso de las redes sociales es complementario al encuentro en carne y hueso, que se da a través del cuerpo, el corazón, los ojos, la mirada y la respiración del otro. Las redes sociales pueden ser ocasión para fortalecer la experiencia de encuentro personal, para fortalecer y promover la solidaridad y para difundir las verdades del evangelio.

No olvidemos que las redes sociales son simplemente un recurso o una mediación que debe estar al servicio de la persona. La Iglesia misma es una red tejida por la comunión eucarística, una comunidad de hermanos y un cuerpo donde hay muchos miembros, cada uno colaborando desde sus propias funciones con la edificación del cuerpo de Cristo.

 

Pbro. José Manuel Suazo Reyes