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E-Consulta Veracruz

Al coro de los cantos de La Rama, Elizabeth y la organización Perritos SOS Xalapa recaudan recursos para apoyar a perros abandonados

La rama, una tradición que nació en Veracruz y se ha mantenido a lo largo de generaciones, aparte de una sana diversión también puede servir para buenas acciones que benefician a animales en situación de calle.

Elizabeth y su organización «Perritos SOS Xalapa» afirman que estas fechas representan otra oportunidad de hacerse de recursos para los perritos abandonados que han ido rescatando a lo largo de tres años.

Con casi 200 canes a los cuales les ha dado una nueva y mejor vida en su historial, Elizabeth busca este año, el tercero que sale a cantar la rama, garantizar el acceso de los animalitos a servicios médicos y alimentación adecuados.

RESCATISTA POR CONVICCIÓ

En entrevista, la rescatista recuerda que de niña participaba en la rama que organizaban sus amigos y vecinos. En aquella época, admite, “no te da tanta pena como cuando vas creciendo y no quieres salir». Sin embargo, la joven ya tenía experiencia boteando a favor de los animales y es así como se le ocurrió que también podría cantar la rama, actividad en la que ha tenido el apoyo de otros animalistas, aunque son pocos quienes se suman.

«Convoqué en el grupo y todos dicen ‘yo apoyo’, así como cuando rescatas un perrito todos quieren apoyar, pero ya cuando se trata de verdad apoyar, nadie», lamenta.

Cantar la rama ha permitido que las cuentas pendientes con los veterinarios bajen, pues a todos los animales rescatados se le aplican, dependiendo de su estado de salud, el esquema completo de vacunación, desparasitantes y/o esterilización.

«En la veterinaria hemos bajado la cuenta, pero la bajamos y vuelve a subir, tenemos cachorros que no se han ido en adopción y pues tenemos que terminar su esquema de vacunación.

«El año pasado la cuenta estaba en 17 mil pesos, bajamos ahorita a 6 mil, pero como se tienen que vacunar, va a aumentar de nuevo la cuenta y lo que más apoya la gente es apadrinando esterilizaciones, pero no apoyan desparasitando o vacunando, a veces apoyan con croquetas pero no siempre es croqueta que les cae bien, entonces prefiero las donaciones tanto para comprar alimentos como para los gastos de veterinaria», refiere.

Elizabeth intenta llevar cuentas claras respecto de las donaciones que recibe para los perritos que rescata y todo lo transparenta por redes sociales.

En un grupo que administra en Facebook, con casi 18 mil personas siguiendo su trabajo, comparte el monto de los apoyos que recibe y los gastos que de estos derivan.

 

TODO COMENZÓ CON “RUFIANA”

La historia de los rescates que realiza Elizabeth se remonta a tres años atrás, los mismos que lleva cantando la rama. Cuenta que todo inició cuando ella y su esposo querían adoptar un perrito y decidieron involucrarse en los grupos dedicados a esta actividad. Así conocieron la historia de Rufiana y decidieron adoptarla. Pero, como la misma Elizabeth describe, su «corazón de pollo» notó de pronto que había muchos perritos abandonados o en situación de calle, por lo que decidió aventurarse a rescatar a Blanca y sus seis cachorros, que posteriormente se fueron en adopción responsable.

«De ahí a la fecha como que antes no los notaba mucho -a los perros abandonados-, no sé si no los veía o no les tomaba la importancia que tienen y ahora en todos lados los veo y no puedo ya hacerme de la vista gorda y los rescato’, narra.

En el caso de Blanca, como estaba tan acostumbrada a las calles, la regresaron al vecindario donde fue hallada, pero ya con el firme compromiso de que entre la comunidad la cuidarían.

«Obviamente los vecinos la cuidaban y alimentaban, pero no se habían dado tiempo de esterilizarla, entonces ya regresó estéril y me siguen mandando fotos de ella, la cuidan, la llevan a vacunar y todo», rememora.

El trabajo inicial con un perrito rescatado comienza con la visita al veterinario, al tiempo que busca descartar la posibilidad de que pueda estar perdido y tenga dueño; si nadie lo reclama se procede a esterilizarlo, desparasitarlo y vacunarlo.

«Más o menos de un perrito que tenga buena salud, es decir, que solo se tenga que desparasitar o vacunar me gasto como 2 mil 500 o 2 mil 800 pesos y eso, que no se quede en pensión, a veces los tengo en mi casa o con amigos que me dan un lugar temporal.

«Si el perrito se queda en cirugía porque esté atropellado o esté mal de la piel y necesite tratamiento, o algún otro tipo de cirugía o tratamiento ya incrementa su costo», refiere.

Para costear todos estos gastos, Eli hace rifas, subastas, ventas con causa y galletas, estas últimas sobre todo en octubre y en navidad, fechas en las que tiene ventas importantes, pues van decoradas con la temática de la fecha.

TIEMPOS DIFÍCILES

La rescatista, arquitecta de profesión, usa su propio domicilio como un hogar de paso, donde ha llegado a tener hasta 21 perritos a la vez “y fue una locura”. Elizabeth cuenta con el apoyo de su esposo, quien en ocasiones se estresa de tantos animalitos en caso, aunque él mismo, ha rescatado cuatro perros de la calle.

«Entonces ahorita aparte de las dos que ya teníamos, hay seis perritos que no se adoptaron por su edad, su condición física o simplemente ser mestizos, pues no los adoptan, pues ya se quedaron seis con nosotros y aparte un cachorro que está en adopción y están repartidos cinco en hogares temporales.

«Ahorita en diciembre se adoptaron cuatro así que hubo una baja de carga de gastos, de estrés, de alimentos», acota.

El amor que la mujer siente por los perros ha sido desde que era niña, pues siempre le han gustado más los perros que lo gatos. «Me gustan, pero no me entiendo muy bien con ellos, me han rasguñado; sí he rescatado dos gatitos entre casi 200 perritos», cuenta.

Actualmente Elizabeth no tiene empleo. Tras la pandemia, la empresa en la que estaba recortó personal y le tocó irse en esa decisión. Sin embargo, tampoco imagina su vida en un trabajo que la prive de su labor como rescatista y activista de los derechos de los perritos, pues ellos son por ahora su prioridad.

Mientras, las galletas con causa le han dado cierto desahogo para sus propias cosas, aunque nunca hay dinero que alcance. Por ello, Eli y su grupo de activistas estarán en el centro de Xalapa, cantando y boteando para los perros, ya sin pena alguna.

«Siempre hay que estar buscando para croquetas y veterinario».

ys