Cápsulas Empresariales
Los diamantes son eternos
Cuando falleció Sean Connery recordaba cómo, dentro de ese conocimiento (inútil) que va uno acumulando con el paso de los años –que no necesariamente es cultura, ojo-, me fui volviendo un fanático de la música, digamos que de las bandas sonoras y de lo que se llama el tema de amor (o principal) de la saga de las películas del más célebre agente secreto del mundo al que todos conocemos como James Bond. Es así que me aficioné a todos sus gadgets, autos (desde los Aston Martin, pasando por el Mustang Match 1 hasta el impactante auto submarino), su elegante forma de vestir y de seducir a las damas –cosa que me hacía ver como un wannabe extremadamente ingenuo-, de los escenarios de sus películas, que eran como paisajes de ensueño hasta sus temas musicales que salían al principio de las películas enmarcando la famosa escena en donde el agente va caminado y de repente gira para disparar a un imaginario y amenazante blanco que de inmediato se tiñe de rojo. Toda la música es inolvidable, desde el clásico tema del Agente 007 que dio inicio a la saga con el satánico Dr, No, usted lo recordará, el del solo de requinto. O cómo olvidar las interpretaciones, dos, de ese portento de cantante que es Shirley Basey. Su voz enmarcó a ‘Goldfinger’ (1974) y a ‘Diamonds are Forever’ (1974), pero además la galesa en su juventud era una mujer impresionantemente bella, hoy a sus 83 años sigue siéndolo y conservando esa potente voz. Y después vendrían otras como ‘Thunderball’ (1965) con Tom Jones, ‘Skyfall’ (2012) con ese dulce llamado Adele; ‘Writing’s on the Wall (2015) interpretada por el cantante británico Sam Smith. Estos dos temas se llevaron en sus respectivos años los premios Oscar y el Golden Globe. Por último mencionaría a ‘Vive y deja morir’ (Live and Let Die, 1973), escrita e interpretada por Paul McCartney y su banda (Wings). Uff, recordar es vivir. ¿Habrá alguien que no sea fan de estas canciones? Foto de "Pinterest". Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.
Los supermercados también son cultura
Sí, claro que sí y no exagero, qué gran invento de los humanos y de la historia del comercio universal. Y esto, que puede parecer desbordado, me nace tal vez porque en mis inicios en el mundo profesional –ochenta y tantos- me tocó trabajar brevemente en una cadena de supermercados cuya matriz se encuentra en Córdoba. Desde ese entonces me une una extraña afinidad a estos establecimientos en donde en un solo espacio se encuentran un número indeterminado de satisfactores (mercancías). Pero de aquellos años a estos días pandémicos ha corrido mucha agua bajo el puente. Aquellas viejas tiendas de autoservicio que conocimos mutaron, transitaron, de establecimientos grises, anodinos y un tanto insustanciales a espacios comerciales sofisticados, dinámicos y llenos de luz, pero sobre todo, se convirtieron en una nueva clase de mercados en donde las familias encuentran desde cosas de primera necesidad para la vida diaria, hasta las más innecesarias, pero con un atractivo y poder seductor difícil de resistir, los supermercados transformaron radicalmente nuestra forma de mercar, pasaron de bodegones a convertirse en el epicentro de muchos que, como el que teclea, lo convertimos en el modus operandi de nuestra cotidaneidad. Foto de Tripadvisor". Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.
De Carlos Torres Pastorino
1) "No maltrates a los animales. También ellos son criaturas de Dios y nuestros hermanos menores que no recibieron la facultad del razonamiento abstracto. Pero son amigos que necesitan de nuestra ayuda y cariño. No les impongas excesivos trabajos. Aliméntalos bien. Cúralos en sus enfermedades. 2) Colabora con la naturaleza. No destruyas los bienes que la naturaleza pone a tu disposición. Coopera con los árboles que colaboran con tu vida, purificando el aire que respiras. Colabora con la pureza de las fuentes que te proporcionan el agua para refrescar tu cuerpo. Ayuda al suelo a producir para que haya pan abundante en la mesa de todos. 3) El amor y la alegría son los elementos de base sobre los que construimos las amistades y las consolidamos. Y son igualmente básicos para nuestra tranquilidad espiritual. Derrocha amor y alegría, en cualquier ocasión que tengas, y experimenta como la paz inunda tu alma".
"Monólogos y Diálogos" de don Froylán (+)
1) "Si además de vivirla crees que la vida es para beberla, buen provecho". 2) "El problema no es que alguien se sienta mejor que los demás, el problema es que los demás lo vean así". 3) "El mejor tesoro no es el que encuentras, sino el que mejor te acomoda". 4) "En ocasiones vale más nunca, que tarde". 5) "Lo que prueba, en gran medida, que la ambición rompe el saco". 6) "Ser político no es, entre sus infaltables contlapaches, ser amigo". 7) "Una golondrina ciertamente no hace verano, pero cómo sirve la frasecita para dragonearla de filósofo". 8) "El hombre es la medida de todas las cosas, es verdad". 8) "Cuando piensas que la realidad es como se vea, pudiera ser tambièn como la crees". 10) "El amor es muchas cosas, entre ellas un accidente". De la autorìa de don Froylàn Flores Cancela (+) en su "Punto y Aparte".
¿Chileatole o esquites?
Y hablo de comidas sencillas, modestas, para gente sencilla como el que esto escribe –pobremente, digamos-, y es que para los que somos de la región de Córdoba y Orizaba (Fortín, Ciudad Mendoza, Ixtaczoquitlán, Río Blanco, Nogales, sierra de Zongolica, Maltrata, Acultzingo, etc.), cuando hablamos de un platillo típico que se acostumbra comer en aquella zona conocido como ‘chileatole’, (también se le dice chilatole a secas), estamos hablando de una comida que se prepara a base de granos de maíz y rodajas de elote tierno, masa de maíz nixtamalizado, ramas de epazote, azúcar mascabado o morena al gusto, en dos versiones: el rojo que lleva para pintarlo chiles guajillo y un poco de serrano seco, y el verde, que lleva para colorearlo chiles verdes al gusto (cuaresmeño, serrrano o xalapeños). Este platillo que, créanmelo, es una delicia, se acostumbra comer por aquellos lares de manera cotidiana, pero se antoja más en las tardes/noches frías, lluviosas, con neblina y servido humeante, bien caliente. Quienes han comido el chileatole saben que es un caldo turbio por la masa disuelta (‘atoleada’) y molida con el guajillo y el serrano seco, o con los chiles verdes, con granos de maíz generosamente dispuestos y rodajas de elote tierno de uno o dos dedos de grueso. Servido se acompaña de gotas de limón al gusto y un poco de azúcar, ¡delicioso! En lo particular yo lo prefiero por encima de los famosos y populares esquites, que no tienen nada que hacer al lado del ‘chilatole’. En Orizaba hay más versiones a las que les agregan ‘chito’ (que el original es carne de caballo seca) o camarón seco. Repito, comida de pobre, lo acabo de comer preparado en casa, exquisito. Lo escribiò el directivo de este Portal, Marco Aurelio González Gama.
De Edgar Allan Poe
1) "Alegre río, tu cristalino fulgor.. tu curso límpido, tu agua errante.. son un emblema invocador.. de la belleza: el corazón abierto.. el risueño serpentero del arte.. en la hija del viejo Alberto.. Más cuando en ella en ti se mira y, de repente.. tus aguas se iluminan y estremecen.. entonces, el más bello torrente.. y su humilde devoto se parecen.. pues ambos llevan su imagen anclada.. uno en el cauce, otro en el corazón.. en ese corazón que su mirada.. intensa, honda, enciende de emoción"... 2) Amigos que por siempre nos dejaron.. Caros amigos para siempre idos.. ¡Fuera del tiempo.. Y fuera del espacio!.. Para el alma nutrida de pesares.. Para el transido corazón, acaso".
Ventana de la vendedora de yerbas: de Manolo Santiago
Ventana de la vendedora de yerbas.
Había cumplido setenta años en los últimos días de noviembre. Su cabello era un enredo de canas. Cientos de arrugas se dispersaban en su rostro. Le gustaba contemplar. Mientras acariciaba un viejo gato, esa mañana se dispuso a mirar hacia fuera de la casa, para acordarse de las yerbas comestibles que crecían silvestres en las hendiduras del piso de las calles; que brotaban inesperadamente entre las piedras, las lajas y los muros: dientes de león, verdolagas, lenguas de vaca, girasoles, enredaderas. Desde niña aprendió a reconocer a simple vista las esmeraldas hojas de las plantas agrestes. Pero algo faltaba, consideró que por su edad conocía todo lo posible. Vino a su memoria la reciente despedida de su esposo, el oscuro último adiós. Se acordó de los días pasados a su lado. A punto de llorar, comprendió que su vida se había alargado demasiado, que la ciudad crecía enormemente y todas las cosas habían cambiado para siempre. Abrió a la luz sus ojos, se perdió en un atajo verde del ensueño, se quedó recordando cuando por doquier, como un infortunio, el epazote crecía en las banquetas.
Manuel Antonio Santiago
Foto de Víctor León.
Sobre don Adolfo Ruiz Cortines
"Era tal su obsesión por la honradez y la austeridad que, como Presidente de la República, don Adolfo Ruiz Cortines y su esposa tardaron un año en cambiarse a Los Pinos, porque la residencia le parecía "ostentosa y escandalosamente grande". Don Adolfo, aparte de darle el voto a su mujer, antepuso a los intereses personales y los de su gabinete, los altos intereses de la nación. Por su parte, doña María Izaguirre, menos discreta que su marido y mayor que él: "una vez al año le regalaba un auto de lujo a los obispos para que sus trabajos de evangelización resultaran más fecundos y menos mortificantes que los de Jesús". Don Adolfo dejó la Presidencia el 1 de diciembre de 1958. Para recibir a sus amigos, poder platicar y jugar dominó con tranquilidad, se instaló en una oficina "tan desolada y tan sencilla", en la Av. Revolución, por el rumbo de Tacubaya. Cuando no tenía visitas, escribía sus memorias. El 3 de diciembre de 1973, murió a los 83 años, pobre pero con la conciencia tranquila". El libro "Primero las bases: Biografía de Adolfo Ruiz Cortines" es de Editorial Las Animas, y fue presentado hace cinco años en la FIL.
Frases sobre la grandeza
1) "El que quiera ser el más grande entre nosotros, que sea vuestro servidor": Mateo 20,26. 2) "La grandeza de un hombre está en saber reconocer su propia pequeñez": Blaise Pascal. 3) "La grandeza no consiste en una posición destacada, la grandeza pertenece al que rechaza esa posición": Khalil Gibran. 4) "Un gran hombre demuestra su grandeza por la forma en que trata a los pequeños": Thomas Carlyle. 5) "La grandeza de un ideal no es alcanzarlo, sino luchar por èl. Alcanzarlo es sólo una recompensa". Medina. 6) "Hay grandes hombres que hacen sentir pequeños a los demás. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes": Charles Dickens. 7) "La verdadera grandeza es la que no necesita de la humillación de los demás": Amado Nervo.
Porque no engraso los ejes...
Estamos hablando de finales de los años 70, acababa de llegar a estudiar a la ciudad de México para estudiar la profesional. Fue entonces cuando escuché por primera vez esas dos voces que me impactaron para siempre, las del uruguayo Alfredo Zitarrosa –así, sin segundo apellido- y la del argentino Atahualpa Yupanqui. Era una época en la que se escuchaba mucho folclor latinoamericano en las escuelas de educación superior de México, sobre todo en la capital y en el centro de la República. Víctor Jara, Mercedes Sosa, Los chalchaleros, Óscar Chávez, Daniel Viglietti e Inti illimani, dominaban la escena en los auditorios de las facultades de la UNAM, UAM y el Politécnico, y en la CDMX había muy buenas peñas en donde se tomaba vino al ritmo de esta música. A Zitarrosa y a Yupanqui los consideraba otra cosa, al igual que a Mercedes Sosa. El pasado 23 de mayo se cumplieron 30 años de la desaparición física del “último indio” argentino, Atahualpa Yupanqui, que en realidad se llamaba Héctor Roberto Chavero y que tampoco era un indígena puro. Su padre era un mestizo de sangre quechua, pero su madre era criolla de origen vasco, o sea, una parte de sus ancestros, como casi todos los argentinos, son “hijos de los barcos”. Pero Atahualpa exaltaba su origen indígena en su música, con ese toque inconfundible de los gauchos argentinos, amantes de los asados, del vino y del mate. La primera vez que escuché ‘Los ejes de mi carreta’ me quedé prendado de la música de Atahualpa, y hoy todavía de vez en cuando la escucho saboreando un buen tinto Garnatxa (garnacha y/o grenache) para sentirme un gaucho y pensar en la inmensidad de la pampa argentina: Porque no engraso los ejes/me llaman abandonao/si a mí me gusta que suenen/pa' que los quiero engrasar… Lo escribiò Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.