No cabe duda que a través de los recuerdos los humanos nos reinventamos, volvemos a vivir, nos reanimamos, recuperamos tiempo perdido. Marcel Proust, el gran escritor francés que escribió esta obra cumbre que consta de siete tomos y que lo hizo entre 1913 y 1927, cuando describe con todo detalle lo que es el rememorar un pan, una ‘magdalena’, “esos bollos cortos y abultados que llaman magdalenas”, y oler el aroma del té y describir como “me llevé a los labios una cucharada de té en la que había echado un trozo de magdalena (remojado), pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar me estremecí…”, y así es, los humanos vivimos de nuestros recuerdos, la vida es un interminable Dejà Vu, y nos gusta recordar, recrear la memoria para soñar despiertos. Hace poco, platicando con un amigo orizabeño del cual nos reservamos su identidad, recordaba cuando una vez en Córdoba de hace como 50 años, a donde solía ir los domingos para conocer muchachas, en una ocasión junto a otro amigo de él, igualmente de Orizaba, subieron al coche propiedad de su papá para ir a dar una vuelta a dos damitas cordobesas de aquella época, recordando como si hubiera sido ayer, aquella tarde sobre todo cuando en la primera oportunidad que tuvo pudo intercambiar, inocente, un beso con su acompañante: ¡Fue hace un chorro de tiempo y, te juro, aún tengo fresco en mi memoria el sabor a fresas, como del cielo mismo, que tenían los labios de ella, inolvidable! Lo escribíó Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

El siguiente en la lista de “Los cinco mejores perfumes para hombre” de El País es Opium Pour Homme de Ives Saint Laurent. Lo describe sencillamente como un “…escándalo. No es una exageración. Desde su lanzamiento en versión femenina (1977) y masculina (1995) ha llegado a ser prohibida en algunos países, como Arabia Saudíta, porque sus autoridades consideran que su nombre incita al consumo de estupefacientes”. Bueno, yo creo que no es para tanto, pero sí, efectivamente, es un aroma en exceso sofisticado. Hay apenas una delgadísima línea entre lo que puede ser un aroma masculino de un femenino. Tiene una carga sexista definitivamente, remite al delirio y a los sueños. Es la única fragancia para la que David Lynch, el afamado cineasta británico se ha alquilado para rodar un anuncio. Es una loción con toques orientales, no necesariamente chinos o nipones, más bien como hindúes, pachulescos, a incienso, algo de mirra y cosas parecidas, lo que hace muy intenso, inconfundible y contundente. El fijador como la riqueza de las substancias (anís, vainilla, maderas y grosella) con las que se elabora hacen que se pueda oler sobre la piel horas después de haberse aplicado. Es uno de esos aromas que incluso los que no son expertos en perfume pueden identificar de forma instintiva. Se recomienda usarlo en invierno, es muy cálido y seductor casi hasta el arrebato. Definitivamente no es discreto, con mucha personalidad. Está en el mercado desde 1995. Su imagen era Rupert Everett, con una bata de seda púrpura muy sugestiva, tumbado sobre una cama de plástico roja, la cámara daba vueltas, provocando una sensación de vértigo, mientras el actor se acariciaba la piel. Un último comentario, si usted distinguido caballero no es de los que usa habitualmente camisas de seda y pantalones de lino, algodón egipcio y/o de kashmir mínimo Ermenegildo Zegna, por favor absténgase de usar Opium, más si es dado a usar pantalones roídos de mezclilla deslavados y camisetas underwear. ¿Usted qué opina? lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal..

    Antes de entrar en la materia de este Carrusel, déjenme decirles que soy un fan irredento de todo aquello que exalta a nuestro país. Como el razonablemente optimista que soy, el vaso a la mitad siempre lo veo medio lleno y no medio vacío. En ese sentido, soy de los que cree que el país está más pa’llá que para acá, es decir, de un país en vías de desarrollo, México se ha convertido en una potencia media en donde subsisten, todavía, regiones y segmentos poblaciones pobres, inclusive extremadamente pobres a los que el Estado tiene la obligación de tutelar para sacarlos de su estatus de marginación, rezago social y económico en que se encuentran. No obstante ello, al bosque siempre hay que verlo en toda su extensión, las cosas buenas y malas. El país tiene cosas para presumir y ¡hay que presumirlas! Por eso me caen tan bien un grupo de “Youtubers” –son un fenómeno de la comunicación-, todos ellos extranjeros, que a través de sus canales en YouTube se han dedicado a exaltar la riqueza del país y de su gama de colores que va, según su óptica, ¡léanlo bien!, desde los tacos de canasta hasta los de cabeza de res, pasando por los de tripa, suadero, de barbacoa y al pastor, la comida de la calle, vamos, hasta los impresionantes desarrollos urbanos de CdMx, la zona metropolitana de Monterrey, Guadalajara y Puebla. Y entre los youtuberos hay de todo, desde venezolanos (Neuro-Killer), suizos, alemanes, españoles, coreanos, rusos, polacos… Promueven todo entre sus cientos de miles de seguidores: zonas arqueológicas, nuestras ciudades, la comida, el picante, el Día de Muertos, mansiones, parques (el parque ‘La Mexicana’ de Santa Fe, hay que visitarlo) y, por inusitado e increíble que parezca, el Chedraui Selecto del Nuevo Polanco es una de las estrellas de sus vídeos, se ha vuelto un objeto de culto. Y es que sí está apantallante, hay que felicitar a los empresarios xalapeños, ese súper, quizá, y aquí acoto, quizá sea el mejor en cuanto a instalaciones de todo México y Latinoamérica, lo que ya es un decir, ni en España hay otro igual. La verdad está muy txingón. Métanse a la red y chequen a los Youtubers que se han quedado con el ojo cuadrado con nuestro amado México lindo y querido. Foto de "El magacín". Lo escribíó Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

Es de sabios reconocer que en esto de los botaneros siempre hay alguien que sabe más que uno de esos temas, y que siempre hay alguien –algunos- que tienen la última palabra en estas cuestiones culinarias. Después de aquel Carrusel en donde hago un recuento de algunos de estos “templos al buen comer y al buen beber”, se dejaron venir una andanada de mails al escribiente componiéndole la nota, voy a comentar dos de ellos que me parecen ejemplares por su sabiduría, va el primer comentario: “Mi estimado, el ‘Venegas’ era centro a donde acudir a curar la sed sobre todo cuando el calor apretaba o había partidos de fut, de box o cualquier evento deportivo, después de un tiempo cerró por problemas de seguridad. Ahora su hijo abrió otro Venegas, La Frontera sigue vigente, y El Papaloapan, (ahora en la Av. Murillo Vidal) como atinadamente comentas, ahí se sigue comiendo bien y los viernes se escuchaba por las noches muy buena salsa y fandango. El México, mantiene su calidad, excelentes tortas de serrano o un buen pepito con una cerveza o copa nunca caen mal al mediodía". El otro mail, es más ilustrativo, digamos que amplía las posibilidades, va: “Muy buena reseña, pero te faltaron  el ‘Salón Superior’, ‘El Dominó’, el ‘Salón Victoria’ (le decían la barra más grande del oeste); ‘Los Pericos’ de 20 de noviembre; ‘La Chuza’, ‘La Manola’, el ‘Burladero’, ubicados en la calle Américas; Bar ‘Mi Oficina’ en Ruíz Cortines, ‘Los Compadres’ de avenida Xalapa; ‘Las Vegas’ en la colonia Progreso; ‘El Lucas’ de avenida Revolución y después te menciono los de Coatepec, que esa información merece capítulo aparte”. Ante esta avalancha informativa, no me queda más que decir: ¡Pa´su mecha, más mezcla maestro! Pues ahí está todo un tour para el que se quiera animar a hacer ese recorrido culinario. Lo escribiò hace casi tres años, Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

Perdonen, pero de qué otra cosa más se pudiera estar hablando hoy a tres años y medio de pandemia que no fuera de comida. Y viene al caso que recibí varios comunicados del pasado Carrusel en donde hablo de alubias y de la afamada fabada asturiana. Y quiero dejar claro que para nada intenté cometer con mi guiso un sacrilegio. Miren, y ustedes lo saben mejor que yo, ¿de qué se trata la comida y la cocina el día de hoy?, pues de reinventarse. Alguien cuando leyó mi receta para preparar los frijolitos tuvo la siguiente expresión: ¿Alubias, con chiles en vinagre?, jajajaja. Agradezco la incredulidad, pero en la cocina hasta ahora no se ha escrito la última palabra. Por supuesto que hay recetas de cocinas que son patrimonio de la humanidad que están esculpidas en tablas de bronce, son intocables. Pero quién podría dudar que el pescado a la veracruzana es nuestra versión del navideño bacalao a la vizcaína y así muchos. Por lo tanto y para empezar la auténtica fabada asturiana es casi imposible de replicar en México porque la morcilla no se encuentra ni en el Oxxo, solo en contadas tiendas gourmet que no están al alcance de la mano, lo mismo pasa con las fabes, las asturianas hasta denominación de origen tienen y la morcilla ahumada tampoco es fácil de encontrar. Y la preparación de la fabada es un auténtico ritual de cinco o seis horas. A ver, la receta de mi madre era así de simple como la platiqué, pero tenía dos secretos básicos: el primero, el frijol lo cocía con un trozo de cebolla y tres dientes de ajo, más, ¡ojo!, una “tronquito” de las hojas de laurel; segundo, aquí yo les puse chuleta –mi madre también-, pero el ingrediente principal era un hueso cortado en dos o tres partes de un buen hueso de jamón de cerdo de ‘El Borrego’ –cuando vayan a mi tierra pasen por uno, trae mucha carne y cuando mucho cuesta $20.00- que agregaba a la cocción de las alubias un toque sensacional. Las porciones cada quien le tiene que calcular de acuerdo a los comensales, pero el chorrito de vinagre de los chiles, así como las rodajas de zanahoria, dos o tres chiles y pedacería de la cebolla le otorgan un ligero picor nada desagradable, lo recomiendo. Le lechuga romana troceada es opcional, pero le otorga cierto equilibrio a tan untuoso platillo. Lo garantizo. Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal. Foto de "TripAdvisor".

El confinamiento fue el tiempo ideal para depurar algunas artes caseras, por ejemplo lavar trastes –ya llevo considerables bajas-, barrer, trapear, sacudir y quitar telarañas. De verdad son tareas con un grado de dificultad yo diría superior a un clavado en plataforma de 10 metros con parado de manos, inverso de dos vueltas y media. Sin embargo, un arte superior es la cocina, ¡ah que arte!, diría yo de dioses. En estos días hay que echar mano de lo que tiene uno en el congelador y, grata sorpresa, me encontré como con un kilo de panza de res pre cocida. Este sucedáneo, de res, chivo, borrego o cerdo es una de mis grandes debilidades. Materialmente muero por una panza guisada con toda la regla, bien cocida, de esa que se deshace, pero ahí les va una receta, esta me la pasó mi hermana Natalia. Va. Se cuece la panza con abundante agua con sal, hierbas de olor un trozo de cebolla y dos o tres dientes de ajo, calcúlenle 45 minutos, preferentemente en olla expreso. Checarla, recomiendo cambiarle el agua y darle unos 10 minutos más para que quede en su punto. En lo que se cocía, preparar un mole a base de un kilo más o menos de tomate verde, unos tres o cuatro jalapeños o serranos, media cebolla, medio manojo de cilantro, igual de epazote y unas 8 hojas grandes de hoja santa y/o acuyo –tlanepa le decimos en mi tierra-, hay quien primero cuece los tomates con los chiles y la cebolla, un servidor no. Todo lo anterior va a la licuadora con unas dos tazas de agua a molido fino. Ya cocida la panza hay que cortarla en cuadros pequeños, al tiempo que hay que vaciar la mixtura –recomiendo no colarla- del mole en una cacerola grande a freírla con unas dos cucharadas de aceite vegetal o manteca si se tiene, agregar sal al gusto y el otro medio manojo de epazote. Preparar un medio kilo de bolitas (orejas) de masa de maíz que pueden ir previamente fritas y agregarlas al mole hirviente al que también se vaciará la panza troceada, dejar que calentándose a fuego medio y listo, a degustar. Se le puede agregar ejotes. Es un plato para cardenales y maridaa muy bien con cerveza y unos dos tequiloides y, por supuesto, tortillas. El arroz blanco también le va. Buen provecho. Lo escribió hace dos años Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal. Imagen de "Cocina Fácil".

Ventana de la vendedora de yerbas     Había cumplido setenta años en los últimos días de noviembre. Su cabello era un enredo de canas. Cientos de arrugas se dispersaban en su rostro. Le gustaba contemplar. Mientras acariciaba un viejo gato, esa mañana se dispuso a mirar hacia fuera de la casa, para acordarse de las yerbas comestibles que crecían silvestres en las hendiduras del piso de las calles; que brotaban inesperadamente entre las piedras, las lajas y los muros: dientes de león, verdolagas, lenguas de vaca, girasoles, enredaderas. Desde niña aprendió a reconocer a simple vista las esmeraldas hojas de las plantas agrestes. Pero algo faltaba, consideró que por su edad conocía todo lo posible. Vino a su memoria la reciente despedida de su esposo, el oscuro último adiós. Se acordó de los días pasados a su lado. A punto de llorar, comprendió que su vida se había alargado demasiado, que la ciudad crecía enormemente y todas las cosas habían cambiado para siempre. Abrió a la luz sus ojos, se perdió en un atajo verde del ensueño, se quedó recordando cuando por doquier, como un infortunio, el epazote crecía en las banquetas.     Manuel Antonio Santiago Foto de Víctor León.    

Removiendo recuerdos del pasado en materia beisbolera, se me vinieron a la cabeza muchos flashazos de aquellos memorables años en los que Chara Mansur Julián enriqueció el panorama de la pelota caliente en la década de los 70. No exagero si califico al gran Chara como un revolucionario del espectáculo beisbolero mexicano. Le imprimió otra dinámica a la pelota que se jugaba en la Liga Mexicana de Béisbol clase triple A en aquellos años. Mansur hizo historia con escandalosas contrataciones, y lo repito para que lo lea bien, escandalosas contrataciones, muchas de ellas de primer nivel: Juan Pizarro, Silvano Quezada, Osie Chavaría, Chucho Arnaiz, Vic Davalillo, Ramón Arano, José ‘Peluche’ Peña, Vicente ‘Huevo’ Romo, Manny Álvarez, Rafael Batista, Winston Llenas y Rico Carty, y es precisamente con este último con el que me quiero detener. Rico venía de ser una auténtica estrella en el mejor béisbol del mundo. Llegó a Córdoba en plena madurez como pelotero, había pasado por una época de lesiones y una aflicción orgánica de la que se dijo fue tuberculosis. Como quiera y a pesar de todo, venía de ser campeón de bateo de la Nacional con Atlanta en el 70, con un impresionante .366, nada más. Los que lo vimos jugar recordaremos que tenía un físico impresionante y un poderoso swing de bateo. En Cafeteros se le utilizó fundamentalmente como 1ª base, pero también llegó a cubrir el bosque izquierdo, y en esta posición era un espectáculo verlo fildear. A ver si me explico. Hasta antes de Carty, los jardineros al atacar o esperar un elevado lo hacían, con el fin de asegurar el fildeo, con los dos brazos extendidos y con mucha anticipación a que se desplomara el elevado, pero Rico impuso otro estilo. Lo hacía con el guante abajo, cazando –calculando- la pelota a la distancia solo con la mirada y, ya que se aproximaba a él, entonces y solo hasta en ese entonces levantaba el brazo en un movimiento elegante para esperar suavemente que la de nudillos se depositara en la manopla, utilizando para ello una sola mano. Era entonces cuando degollaba la esférica con mucha frialdad y maestría. Había que verlo con qué elegancia cubría el jardín, guardadas las proporciones, verlo marabarear la pelota me recordaba a como lo hacía Willy Mays con los Gigantes de San Francisco. Otro día comentaremos de las virtudes bateadoras del dominicano y como el poderoso imán de taquilla que fue con los Cafeteros. Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

    Ya les ha comentado este soldado que con la pandemia se me agudizaron los problemas para conciliar el sueño. Tanto que tuve que recurrir a mis dotes –y a mi dote personal de caldos y añejos- como barman para hacerme unos preparados nocturnos para ver si así lograba pelar ojo en esas noches pandémicas. Era tal el insomnio que tuve que hacer a un lado una a una de mis grandes debilidades en la vida, me refiero al café. Estaba en vías de convertirme en un más o menos competente barista y catador de cafés en grano, pero que se me va atravesando la pandemia y el insomnio por lo que tuve que suspender de plano el consumo del aromático porque había veces que me daban las 6 A.M., y era la hora en la que no podía cerrar los párpados. Pero encontré una solución a ese problema que se acrecienta cuando está de por medio el café, y no lo vaya usted a tomar como una recomendación de mi parte, por favor. A dos cafés, más o menos cargados, les agrego una medida a cada uno de brandy o Licor del 43, que puede ser amaretto, anís o hasta mezcal, para convertirlo en el famoso carajillo. ¡Ah qué cosa tan deliciosa!, y lo mejor es que no me quita el sueño. En la semana me despacho nada más 4, y son muy digestivos. Gran invento este del carajillo, pero por favor no siga mi ejemplo. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

Provengo de una familia, me refiero a la rama González Gama, en donde la presencia de mi padre era muy fuerte, pero en casa nunca vivimos un patriarcado de hecho, mi papá nunca fue un patriarca. Por el contrario, todos en mi casa provenimos de un matriarcado que viene desde las épocas de mi abuela materna, María, que nació, nada más fíjense ustedes, en 1880. Su fortaleza de espíritu y de mujer digna hecha a sí misma dejó profundamente marcados a sus seis hijas y dos hijos, a muchos nietos, y cuando digo muchos, ¡muchos! Mi abuela María fue una mujer además de trabajo, de un orgullo rígido, con la espalda derecha y con la frente siempre en alto. El hambre la pudo doblar, pero nunca la quebró. El orgullo y su valor de mujer digna siempre la pusieron en pie. A pesar de ser del “mercado” era una mujer respetada y respetable entre la señorío cordobés. Solo a la menor de sus hijos le pudo dar estudios superiores, pero a mi madre le dejó como algo natural de que no había mejor herencia que el estudio, que el único dinero bueno es el que procede del trabajo duro y constante. Una mujer así, ¡por supuesto que marca! Mi madre contaba con orgullo cómo levantaba a todas sus hijas a las 5 de la mañana para ir a atender el puesto al mercado: ¡CONCHA, GUADALUPE, ROSA, MARGARITA, VICTORIA!, una mujer así deja una huella a su estirpe, deja una impronta indeleble. Esa era mi abuela de la que tengo muy, pero muy vagos recuerdos. Pero fue una mandona preciosa a la que mi madre y todos sus hermanos adoraron y respetaron a pesar de su rigidez y áspera personalidad. Mi madre, otra feminista, me dejó muchas cosas, desde aprender a planchar, pero ¡como se debía tanto las camisas como los pantalones!, entre otras prendas, y de ahí pal real, con mucho orgullo. Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.